15 May / 08:50 am

El crudo relato de las torturas del régimen militar de Nicolás Maduro

Un joven opositor venezolano contó todo lo sufrido en las 10 horas que estuvo detenido por la Servicio Bolivariano de Inteligencia tras participar en una manifestación contra el Gobierno

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ARCHIVO – En esta foto de archivo del 10 de mayo de 2017, la Guardia Nacional se protege con sus escudos de un arma reciente utilizada por la oposición: las “puputov”, frascos llenos de excremento. El presidente Nicolás Maduro las ha comparado con armas bioquímicas. (AP Foto/Fernando Llano, Archivo)

Un manifestante que fue detenido por las fuerzas del régimen chavista en una marcha opositora detalló la tortura a la que fue sometido a manos del Sebín, antes de poder ver a su familia, su abogado y enfrentar a un juez.

Tulio (una identidad cambiada por protección) relató al periódico El Tiempo cómo fue su detención. El joven se encontraba en la autopista Francisco Fajardo, en Caracas, una tarde a comienzos de abril, cuando su grupo fue reprimido por una ballena (un vehículo hidrante usado por el chavismo para dispersar a los manifestantes). En la huida, fue interceptado por una escuadra de la Policía Nacional Bolivariana, quienes lo tiraron al piso, esposaron, golpearon y hasta robaron sus pertenencias.

“Los guardias que me robaron llamaron a dos policías para que me llevaran al Sebín. La camisa me la pusieron en la cabeza y con las manos atadas me montaron en la moto”, contó.

En el traslado continuaron los golpes y, según sintió, le ponían una sustancia en la espalda que le abrasaba. Los transeúntes que lo veían exigían su liberación, pero los agentes respondían con insultos. “Eso te pasa por meterte con la guardia”, argumentaban los uniformados.

El manifestante llegó a la sede principal del Sebin, donde comenzaron a grabarlo en un interrogatorio y tomaron sus huellas. Una vez ingresado, comenzaron a sonar canciones de la última campaña de Hugo Chávez a todo volumen, junto a una frase del caudillo que decía: “A los guarimberos (manifestantes violentos) me les echan gas del bueno y me los meten presos”.

Posteriormente, recuerda que fue ingresado a un salón donde lo encerraron con una mini bomba lacrimógena, armada con un papel y un polvo químico que fue prendido fuego para liberar el humo lacrimógeno. A sus constantes reclamos para hacer una llamada o enviar un mensaje, la respuesta era contundente: “No, no, tú estás aquí secuestrado por el Gobierno”.

Luego, los agentes le exigieron a Tulio que anote las contraseñas de todas sus cuentas en redes sociales y su correo, pedido que él asegura que cumplió. Sin embargo, se habría equivocado con una de las claves, hecho que fue reprendido violentamente. “Me engañaste, carajito (muchacho) de mierda, me estás haciendo perder el tiempo”, le gritó el mismo hombre. Los insultos no eran suficientes: usó un taser para electrocutarlo en las costillas.

Tirado en el suelo, veía a otros agentes pasar por el lugar. Pocos perdían la oportunidad para insultarlo, disminuirlo psicológicamente y hasta amenazarlo con violaciones. Sin embargo, Tulio también recordó que alguno, muy rápidamente, le daba esperanzas: “Mira chamo, di la verdad, ten fuerza, ten paciencia”.

Tras ser sometido a un segundo interrogatorio con las mismas preguntas (qué hace, dónde estudia, a qué partido pertenece o si ha recibido algún pago), fue enviado a una celda con otros manifestantes e incluso dos homicidas, hasta que un guardia llegó y los ordenó ir a un camión. Ya era de noche. Como transporte de ganado, fueron amontonados en el vehículo durante una hora y media, hasta que arrancaron y llegaron a una sede policial.

Pasaron otras horas de encierro, en las que por fin recibieron algo de agua. Finalmente, fueron presentados ante un tribunal.

Tulio, junto a otros 12 opositores, quedaron acusados por alterar el orden público y les fue negada la libertad plena, ya que necesitaban un fiador con muchas condiciones. Por tanto, quedó 30 días detenido en el Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas, donde sí se respetaron sus condiciones carcelarias.

Pese a las torturas, Tulio considera que es un afortunado. Sigue vivo, a diferencia de las más de 50 personas que han perdido la vida en poco más de un mes por la violenta represión. “Hoy me siento tranquilo, comparado con lo que les ha pasado a otros. Creo que hasta salí premiado”, remató.

Fuente: Infobae

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