Un fuerte viento que alimentó y llevó un feroz incendio forestal a metros de 800 viviendas en la localidad de Dichato cambió de dirección a último minuto, saltándose las casas defendidas tenazmente por sus habitantes y el incansable trabajo de bomberos, policías y brigadistas, que combaten otros 61 siniestros en distintos puntos de Chile.
Los miles de litros de agua lanzados desde el aire por un Hércules enviado por Brasil, por el tanquero ruso Ilyushion y por helicópteros chilenos humedecieron la zona, permitiendo que en tierra los brigadistas y lugareños continuaran trabajando contra el tiempo en este balneario de Tomé, 470 kilómetros al suroeste de Santiago.
El Supertanker, un gigantesco avión estadounidense con capacidad para lanzar 73.000 litros de agua, iniciaría labores el martes descargando su contenido en este balneario para que el fuego no rebrote, informó el representante de la empresa aeronáutica Dieter Linneber.
El cambio del viento hizo que las llamas se alejaran de las casas de Dichato, pero comenzaron a aproximarse a Menque, cuyos habitantes también recibieron la orden de evacuar.
Desde hace unas dos semanas, centenares de incendios forestales arrasan con el centro sur de Chile, han ocasionado la muerte de 11 personas y arrasado con más de 366.000 hectáreas, según la Corporación Nacional Forestal (CONAF).
Un incendio rebrotó el lunes en Pupuya, en la comuna de Navidad, quemando 13 casas, y el martes apareció un siniestro forestal en áreas del monumento natural Cerro Ñielol, cercano a zonas habitadas de Temuco, 690 kilómetros al sur de la capital.
Según el último reporte de la oficina nacional de emergencia, casi 20.000 personas, incluidos más de 500 brigadistas de una decena de países, combaten los peores siniestros forestales en la historia de Chile, que han dejado 3.782 damnificados, 1.108 albergados y 1.047 viviendas destruidas. Además, 42 aeronaves combaten los fuegos desde el aire, a los que se sumaron el martes cuatro helicópteros.
Mientras, decenas de familias permanecen cerca de sus casas para cuidar lo poco que salvaron o se fueron a viviendas de familiares; muchas personas bajaron de lugares cordilleranos y están apostados en pequeñas carpas al borde de carreteras porque, afirman, no han recibido ayuda. Hay innumerables casas de madera que se quemaron entre los cerros, a los que aún no llegan brigadistas ni autoridades.
El director nacional de bomberos, Miguel Reyes, opinó que con todos los medios disponibles, es posible controlar los mayores siniestros dentro de los próximos dos o tres días.
Fuente: AP
